Don Álvaro D´Ors,
una vida ejemplar y fructífera
Rosario
de la Fuente Hontañón (*)
Álvaro D´Ors
Pérez-Peix, falleció el día 1 de febrero, en la Clínica Universitaria de
Pamplona, España, a los ochenta y ocho años de edad.
Tercer hijo de Eugenio
D´Ors y María Pérez -Peix, nació en Barcelona el 14 de abril de 1915. Su
madre le enseña a leer a los seis años, y ya en Madrid, con ocho años
empieza sus estudios regulares. En el curso 1932-33 inicia sus estudios de
Derecho y después de la guerra civil, comienza la docencia en la
Universidad Central. Gana por oposición la cátedra de Derecho Romano de
Granada en 1943 y al año siguiente se traslada por permuta a la de Santiago
de Compostela. En esta ciudad contrajo matrimonio en 1945, con Palmira
Lois, y tuvieron once hijos.
Acude con regularidad a
la Universidad de Coimbra para impartir seminarios romanísticos. En 1972 se
le distingue con el Doctorado Honoris Causa en la Universidad de Toulouse y
en 1983 en la mencionada universidad portuguesa. Como experto mundial en
Derecho Romano y por su extraordinaria trayectoria como jurista se hace
acreedor de innumerables premios y reconocimientos: desde el Premio
Nacional de Investigación (1972); la Cruz de Alfonso X el Sabio al mérito
docente (1974); la medalla de Oro de la Universidad de Navarra (1990), y el
Premio Príncipe de Viana de la Cultura en 1999.
La Universidad de
Navarra lo recibe en el curso 1961-62, y continúa como profesor honorario después
de su jubilación en 1985. Hasta el año pasado era frecuente verle a diario
caminar hacia la Universidad, y en su mesa de trabajo seguía estudiando,
viendo la manera de servir a los que tenía a su alrededor, con sugerencias,
y abriendo nuevos horizontes en el campo jurídico. Sus obras como "Las
Quaestiones" de Africano (1997) y "Crítica romanística" así
nos lo demuestran.
Considero un privilegio
haber sido alumna de Don Álvaro en el primer curso en la Facultad de
Derecho siendo para mí un gran maestro. En sus clases, en las
conversaciones, se apreciaba su integridad como persona, nos transmitía su
fe, su fidelidad a los principios morales. Un formador por donde se le
mirara, como romanista, como padre de familia, como amigo, como cristiano
ejemplar.
Desde el año 1995
comencé a mantener una asidua y entrañable correspondencia con ocasión de
mi trabajo como profesora de Derecho Romano en la Universidad de Piura.
Casi una veintena de cartas enriquecedoras, que ahora debo meditar y
profundizar con mas empeño, si cabe, al considerarlas como un legado de
valor incalculable. Se emocionaba con las manifestaciones de cariño de mis
alumnos, cuando le escribían por su cumpleaños, notaba la proximidad
afectiva con su persona y se llenaba de admiración por ello.
Como pionero de la
Universidad de Navarra, se enternecía con el inicio de nuestra Universidad,
considerándola como un milagro. En varias de sus cartas así lo ha dejado
consignado. Es en el año 1968, donde se inicia en una gran zona desértica,
y ahora, después de 35 años, se ha convertido en un verde y envidiable
Campus Universitario, donde el mensaje y el espíritu fundacional de su Gran
Canciller, Josemaría Escrivá, es palpable en toda ella. Disfrutaba cuando
le informaba de las actividades que teníamos en la Facultad de Derecho, o
las Jornadas de Historia, las de Filosofía, o en el año 2000, las que
giraron en torno al Jubileo con los jóvenes.
Me agradeció que le
enviara una fotografía de la imagen de la Sagrada Familia que preside el
Campus de la Universidad, que colocó en su habitación, y a diario pedía por
nosotros en la Santa Misa. En una de sus últimas cartas me remitió una
fotografía de un borrico que le envié de Piura, y con el trazo fuerte
escribió su poesía del borrico de noria: "Borrico de noria fui y
tantas vueltas di...". En ella apreciamos el resumen de su vida, un
trabajador infatigable, pendiente de los demás, con afán de servicio,
luchador por la paz y la justicia, un padre ejemplar, un cristiano
coherente, una persona fiel. La poesía termina diciendo: "...y que
pronto espero alcanzar el cielo".
D. Álvaro, muchas
gracias por el surco ancho y profundo que ha abierto en la tierra, donde ya
han brotado muchos frutos y desde el Cielo continúe intercediendo por cada
uno de nosotros. ¡¡¡Gracias Don Álvaro!!!!
(*) Profesora de
Derecho Romano y Derecho civil. Universidad de Piura.
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