JUAN
DE CHURRUCA[i]
SABIO Y POLÍTICO POR ACCIDENTE
Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid
En las primeras horas del jueves 27 de octubre falleció en
Bilbao, a los ochenta y ocho años de edad, Juan de Churruca Arellano,
figura emblemática de la Universidad de Deusto y uno de los romanistas
españoles de mayor talla intelectual del siglo XX.
Juan de Churruca nació en el seno de una de las más
ilustres familias vizcaínas. Su formación fue
completísima: era licenciado en Filología clásica
(Salamanca), en Filosofía (Oña), en Derecho (Valladolid) y en
Teología (Innsbruck). En esta especialidad fue discípulo de Karl
Rahner, del que llegaría a traducir al castellano el tomo séptimo
de sus Estudios de Teología.
Con treinta y ocho años de edad fue nombrado Rector de la
Universidad de Deusto. Al recibir el nombramiento se fijó como prioridad
el que la Universidad, que contaba entonces casi tres cuartos de siglo de
existencia, obtuviera el reconocimiento oficial, cosa que logró en muy
breve tiempo. Con él se produjo, pues, el giro decisivo de lo que hoy es
la Universidad de Deusto, incluyendo también la colocación de la
primera piedra de la sede en San Sebastián. Poco después
solicitó su relevo como Rector y fue nombrado Presidente
Académico de la Universidad -cargo creado para él y que nadie
más ha desempeñado-, justo en la antesala del profundo cambio que
experimentaría su vida.
Aunque sus primeros contactos con el derecho romano se
habían producido en la Universidad de Graz durante los años
cincuenta, su derivación romanística como investigador fue
tardía, pues no comenzó hasta 1964 cuando inició su tesis
doctoral bajo la dirección de José Arias Ramos y José
Antonio Rubio Sacristán. Versaba sobre las Instituciones de Gayo en
san Isidoro de Sevilla, trabajo de plena madurez que abrió una
cadena de estudios personales sobre la “vertiente jurídica
isidoriana”. Su posterior reincorporación a la Universidad de
Deusto a comienzos de los años setenta, tras su matrimonio con Marita,
coincidió también con sus primeros estudios de una larga serie
sobre lo que habría de constituir lo más típico de su
aportación científica. Él mismo vendría a englobarlos
genéricamente bajo la denominación de “Cristianismo y
derecho romano”, un ámbito en el que ha podido verter toda su
polifacética y profunda formación. Esos estudios, que Churruca
escribió -según la sede en que iban a ser publicados- en
español, en francés o en alemán, han sido reunidos en dos
volúmenes que pueden considerarse como el cenit de su obra
científica. Excelente es también su Introducción
histórica al derecho romano.
En 1984 fue nombrado Decano de la Facultad de Derecho de Deusto,
cargo en el que iba a permanecer apenas unos meses, pues de forma sorprendente
en un hombre con inequívoca vocación intelectual y que nunca
había tenido adscripción partidista de ningún tipo, se vio
llamado a la política. En los primeros días de 1985 y en medio de
la mayor crisis moderna del PNV, el nuevo lehendakari José Antonio
Ardanza se desplazó hasta el domicilio de su antiguo profesor Churruca,
con el que siempre había mantenido una excelente relación
personal, para pedirle que le acompañase como Consejero de
Educación, Universidades e Investigación. Juan se
resistió, pero ante la insistencia accedió con el compromiso de
que le “liberase lo antes posible y nunca más allá del
final de aquella legislatura”, que estaba ya comenzada. Fueron algo
más de dos años que Juan recordaba con agrado en el plano humano
y con horror en el político. Tiempo después, en 1998, la
Universidad de Deusto organizó diversos actos académicos con
ocasión del setenta y cinco cumpleaños de Juan de Churruca, que
clausuró el todavía lehendakari Ardanza en una
intervención, sin papeles delante, que es la más profunda, la
más brillante y la más emotiva que uno recuerda haber visto nunca
a un político en un recinto universitario.
Juan de Churruca pudo y debió ser catedrático de la
Universidad pública española, pero en uno de los tantos desatinos
de nuestra reciente historia universitaria nunca lo fue; ello no le
impidió la creación de una escuela con identidad propia, que
encabezan sus primeras discípulas Rosa Menchaca y Esperanza Osaba. En
2007 le fue concedido el Premio internacional Ursicino Álvarez en su primera
edición, con el que se trataba de visualizar que Juan de Churruca era
uno de los máximos exponentes de la moderna romanística
española. La contenida y memorable intervención en el Colegio
Notarial de Madrid tras recibir el premio sería su última aparición
pública.
Alguna vez comentó en confianza que tenía la
impresión de que su vida pertenecía al ámbito de la
épica. Una trayectoria vital -personal y profesional- que
recorrió siempre cuesta arriba, como luchando contra un destino adverso;
y lo hizo con la fortaleza, el coraje, la grandeza de ánimo, la clase
humana, la generosidad y la discreta elegancia con que quizá sólo
pueda hacerlo un montañero, como lo era Juan de Churruca.
Madrid, 27 de octubre de 2011.