Juan de Churruca-1

 

 

 

 

 

 

AL PROFESOR JUAN DE CHURRUCA, IN MEMORIAM

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Segundo Oar-Arteta-1Segundo Oar-Arteta

Jurista e historeador, Fundación “E. J. de Labayru”

 

 

El pasado 27 de octubre falleció en Bilbao Juan de Churruca (Bilbao 1923), catedrático emérito de Derecho Romano de la Universidad de Deusto. Aunque llevaba un tiempo retirado de la actividad académica, ha dejado un gran vacío en dicho campo y sobre todo en los que hemos tenido la inmensa suerte de ser primero discípulos suyos y luego grandes amigos.

Es conocido en el ámbito universitario el currículum y la labor desarrollada por el profesor Churruca, pero aun así trazaré un breve apunte. Realizó estudios de Filología clásica en Loyola y Salamanca (1942-1945), y estaba en posesión de las Licenciaturas de Filosofía en Oña (1948), de Teología en Oña e Innsbruck (1956) y de Derecho en Valladolid (1951), además del doctorado en esta última disciplina (Valladolid, 1966). En Insbruck en los años cincuenta del siglo XX fue discípulo, entre otros ilustres profesores, de los hermanos Hugo y Karl Rahner y mucho tiempo después, por encomienda de Jesús Aguirre en nombre de la editorial Taurus, tradujo el volumen VII de las obras completas de Karl Rahner. Llevó a cabo estudios de especialización en Derecho Romano en las universidades austríaca de Graz y alemana de Bonn, respectivamente.

Catedrático de Derecho Romano de la Universidad de Deusto desde 1963 a 1990, con breves intervalos de ausencia, su última clase oficial la impartió el 30 de mayo de 1990. Continuó vinculado a dicha universidad en labores de asesoría docente y dictando cursos a los doctorandos. Fue profesor invitado de las Universidades de Comillas (Madrid) y Colonia (Alemania). Cuenta en su haber con más de 60 publicaciones relacionadas con su especialidad, dictó numerosas conferencias en foros nacionales e internacionales, y fue miembro de numerosas sociedades. Director durante más de 13 años de Estudios de Deusto, la revista de la Facultad de Derecho, y Secretario y Decano de dicha Facultad. Fundador y primer director del Instituto de Estudios Europeos, Europa fue una de sus grandes vocaciones. Ocupó el cargo de Consejero de Educación del Gobierno Vasco entre los años 1985 y 1987.

Han sido miles los alumnos beneficiados durante años de su magisterio. La jubilación de la cátedra no le impidió ni mucho menos continuar sirviendo a la Universidad mediante la participación en foros y congresos, en la actualización de los programas de estudios, orientación y dirección de tesis doctorales, atención a los alumnos de los programas Erasmus... El amor a su familia, por lo que hubiera supuesto de cambio en el modo de vida, le llevó a renunciar a la docencia en la universidad europea y a la presentación de su candidatura a la cátedra de Derecho Romano en la Universidad Pública Vasca.

 

Su obra más importante

 

Con permiso de su hija Esperanza, me atrevo a afirmar que la labor más meritoria de Juan y de la que los antiguos alumnos de la Universidad de Deusto le estamos agradecidos y le debemos tanto es el reconocimiento oficial a efectos civiles de los estudios tanto de la Facultad de Derecho como de la de Filosofía y Letras.

En 1961 fue nombrado Rector, cargo que logró que excepcionalmente se desdoblara en dos, recayendo en él el de Presidente de Estudios, es decir Rector de la Universidad en el aspecto académico, sin atribuciones sobre la comunidad religiosa que recaían en el Superior, llamado propiamente Rector.

De inmediato puso en marcha las negociaciones para el reconocimiento de la Universidad, cuyos alumnos hasta entonces debían trasladarse a revalidar sus estudios a Valladolid, capital del distrito universitario. Ello le llevó a realizar visitas y convencer de su plan a los estamentos de todos los ministerios de Madrid, incluida la Jefatura del Estado, la Nunciatura y el Vaticano. Si las negociaciones fructificaban, como lo hicieron, los estudios de la Universidad de Deusto gozarían de pleno reconocimiento y se acabaría con la servidumbre de que la Universidad pública castellana tuviera que convalidarlos.

Resultaba una delicia escuchar de su boca las peripecias, aventuras y también miserias humanas que concurrieron en estas gestiones largas y difíciles. Muchos, incluidos algunos miembros de la casa jesuítica, las desaprobaron, para luego apuntarse al caballo ganador. Los alumnos que iniciamos el curso 1963-64 resultamos ser los primeros beneficiarios y el número de matriculados en Derecho en ese curso quintuplicó respecto al año anterior. También en 1963 obtenían el grado de licenciadas las cinco primeras alumnas deustenses de Derecho, por cuya presencia en las aulas también trabajó con ahínco el Sr. Churruca contra la oposición de algún ilustre prócer de la época que –digámoslo suavemente– no veía con buenos ojos la incorporación de la mujer a los estudios universitarios.

 

Actividad extraacadémica

 

Además de su labor académica y científica que es bien conocida, como he señalado, sobre todo en el ámbito universitario, quisiera glosar algunos aspectos menos sabidos de su personalidad. En su persona se fundían dos tradiciones: la paterna, originaria de un caserío de Soraluze que luego se estableció en Motriko para recalar finalmente en Las Arenas y Bilbao, y la materna procedente de Navarra, de París y de Tillac (Midi-Pyrénées).

Juan heredó de sus padres la cualidad de apreciar a las personas por lo que son. Para muestra un botón. Recuerdo haberle oído que en los duros años inmediatos a la Guerra Civil cuando ante su padre alguien del bando vencedor denostaba a algún nacionalista vasco conocido suyo que se encontraba en el exilio, siempre le interrumpía y no le dejaba continuar diciendo: “No habléis mal de esas personas en mi presencia porque siempre han mantenido una conducta intachable aunque tengan unas ideas distintas de las nuestras”. Guardaba memoria también, e ironizaba, al evocar a su padre como ingeniero responsable de la línea del ferrocarril Bilbao-Plentzia que pasó de ser felicitado por su comportamiento en las huelgas de 1934 a ser destituido en 1936 como “persona peligrosa para la seguridad del viajero”.

Su familia y él mismo han sido grandes amantes del deporte, sus hermanas fueron unas adelantadas a comienzos del siglo XX en el esquí y la natación. Practicó el fútbol (desde niño fue seguidor y socio del Arenas de Getxo y luego del Athletic Club de Bilbao), el esquí, la montaña (socio muy antiguo del Club de Montaña Juventus), gran nadador y aficionado al baño casi en cualquier época del año. Se cuentan por centenares los alumnos que se han aficionado a la montaña y han recorrido los montes de Euskal Herria con él, sobre todo son incontables las ascensiones a su querido monte Gorbeia (Álava/Bizkaia) en cualquier época del año.

En otro orden de cosas sólo voy a enumerar algunas intervenciones suyas que recuerdo en otras tantas causas en favor de la democracia, de los derechos humanos y de la paz de nuestro pueblo. Conozco muchos testimonios personales en este sentido que, evidentemente, no me corresponde a mí relatar. Pero de los que han sido públicos sí quisiera enunciar algunos. Intervino, como promotor, desde su fundación en los consejos de redacción de las revistas Garaia (1976) y Muga (1979). Por cierto el consejo de redacción de esta última revista junto a otros intelectuales vascos firmaron uno de los primeros documentos contra ETA denunciando lo que con gran acierto y anticipación Eli Galdos titulara en un artículo del diario bilbaino Deia, El fascismo vasco.

Tomó parte como profesor en la Universidad Popular de Rekaldeberri (Bilbao) entre los años 1975 y1982. Participó en los Encuentros de Gredos, promovidos por la Fundación Encuentro, que organizaba el jesuíta José M.ª Martín Patino, exponiendo la situación del País Vasco. Intervino públicamente, junto a un escaso grupo de profesores, en defensa del Rector de la Universidad de Deusto, P. Alberto Dou, en el claustro general, convocado a iniciativa de la derecha más rancia de profesores para derribarlo, logrando que el Rector dimitiera (1977).

En 1989 fue nombrado primer presidente del Forum Deusto, que fue una tribuna abierta en la Universidad de Deusto, donde gente del país, del Estado y del extranjero pudieron libremente exponer y defender sus ideas.

Toda esta labor realizada con sencillez, sin pérdida del fino sentido del humor del que estaba dotado. Irónicamente solíamos decirle que era un hombre con mucha “esperanza”, no en vano sus seres más queridos, su mujer, su hija y su madre, han llevado o llevan este nombre.

 

Epílogo

 

Ahora que abunda el trepa, que tanta gente se pavonea sin méritos, que algunos engrosan sus currículos con títulos vacuos y llenan sus biografías de listados tan inacabables como inservibles, merece la pena elogiar al profesor austero y sin afectaciones que ha sabido transmitir sus enseñanzas y educar con un método de trabajo hecho de esfuerzo, seriedad y responsabilidad. Él subrayaba con frecuencia su iniciación desde la infancia y juventud en estos procedimientos de aprendizaje, como son el razonamiento y el trabajo mediante esquemas y síntesis, en el colegio de los Marianistas en Las Arenas con Paulino Caballero y más tarde en Loyola con el P. Francisco Ibiriku, entre otros.

Hoy día que todo se expone en la vitrina y el escaparate, en que se venden con envoltorios atractivos cosas sin contenido o con frecuencia mercancía averiada, se hace necesario reivindicar al profesor serio, que supo transmitir contenidos y ser un ejemplo para sus alumnos. Estoy haciendo el elogio del profesor, del investigador responsable, del consejero y del amigo.

En repetidas ocasiones se le acercaron antiguos alumnos a agradecerle y felicitarle por las enseñanzas que les había transmitido, por la docencia impartida. Y recurriendo al tópico de que un ejemplo vale más que mil palabras, ofrezco el caso ocurrido a nuestro regreso del homenaje reciente (2008) que se le tributó en Madrid[1] y que sucedió en el propio aeropuerto de Loiu (Bizkaia).

Junto al profesor Churruca, aguardábamos la llegada de las maletas las profesoras Rosa Mentxaka, Esperanza Osaba y yo mismo, que le habíamos acompañado en el viaje, cuando un antiguo alumno le reconoció y se acercó a él con estas palabras:

 

Usted no se acordará de mí, porque los profesores no pueden recordar a todos sus alumnos, pero quiero decirle que fue usted una persona entrañable y un excelente profesor.

 

Al decirle que veníamos de un homenaje que le habían tributado, continuó: Se merecía no un homenaje sino cincuenta más.

Creo que resume a la perfección lo que muchos pensamos del profesor Churruca que se ha convertido en vida en un clásico, en el sentido de ser un referente como persona y como profesor. Me perdonarán los lectores que el artículo esté escrito ex abundantia cordis, pero es que no he pretendido ocultar el sentimiento de afecto y respeto hacia su persona. Eskerrik asko, Juan, zugaz hartuemona eukiteko aukerea izan dogulako eta laguntzat hartu gaituzulako.

 

 

Bilbao, diciembre 2011

 



 

[1] El 27 de febrero de 2008, promovido por la Fundación “Ursicino Álvarez” que acababa de instituir el premio internacional del mismo nombre, en su primera edición premió ex aequo al profesor Churruca y al notario Ángel Martínez Sarrión. El premio, sin dotación económica, llevaba aparejada la entrega de un grabado del pintor Rafael Canogar y la publicación de una obra de los galardonados. En lo que respecta a Churruca, se editó al año siguiente: Juan de CHURRUCA. Cristianismo y mundo romano: nuevos estudios. Madrid: Fundación Seminario de Derecho Romano Ursicino Álvarez, 2009, 208 p. El primer volumen de sus trabajos fue editado por la Universidad de Deusto con motivo del homenaje que le tributó en su jubilación de la cátedra de Derecho Romano: Juan de CHURRUCA. Cristianismo y mundo romano: colección de artículos sobre este tema publicados por Juan de Churruca. Presentación de Rosa Mentxaka. Bilbao: Universidad de Deusto, 1998, 635 p.